La última noche del mundo

Un texto de Juan Sebastián Torres Cruz, sobre una idea de Ray Bradbury

Hoy soñé que se acababa el mundo, que era mi última velada. Un sueño que me llenó de miedo, haciendo que el corazón se me incendiara. Me levanté para recuperar la compostura; la noche había sido un calvario, los huesos me dolían, el cuerpo me pesaba, era como si mi existencia me estuviera matando.

Saludé a mi madre, que se peinaba para ir al trabajo. Se veía como siempre, pero ¿acaso también ella había soñado? ¿Era mi mismo sueño? ¿Qué hace un hijo sabiendo que su madre morirá?

Tomé un café de la tetera de hace tres días, estaba amargo, seco y agrio, no llevaba azúcar, no llevaba vida. Miré por aquella ventana de mi balcón mientras freía unos huevos para desayunar. La gente caminaba sin gusto, parecían payasos tristes y me preguntaba ¿ellos también se van a morir mañana? ¿Tendrán una familia? ¿Tendrán algún sueño o meta? Ahora morirán sin ningún mérito, sin que los recuerden, como si fueran un borrador, un borrador en blanco.

¿Acaso una persona puede lograr sus sueños en un día? Tienes el reloj en tu contra, sus agujas son guadañas en el prado de tus días, es insoportable la levedad del ser y del estar.

Me miro en el espejo, de frente, consciente, haciendo que mi mente genere oxitocina y así que en vida el alma renazca, escribo mi proceso y mi metamorfosis, como Kafka.

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