La violonchelista Alma Moodi interpreta
a Bach en el funeral de Rilke
Nada importan los versos ni la música.
Nada importa la gloria.
Nada importa la muerte del poeta,
cualquier muerte.
Solo es cierto ese cuerpo de mujer
que quiere rescatar, desesperadamente,
con la de Bach, aquella otra música
de los versos de Alguien (nos parece)
pretende silenciar cuando muere un poeta.
Sólo importa ese cuerpo
que contemplan los ojos turbados por las lágrimas,
y los brazos (tan blancos)
que juegan con la música, que hacen olvidar
los versos, y que juegan con los vivos
a eternizar un tiempo que sabemos
fugaz, y que a su vez está jugando
con la muerte.
Versos, músicas, juegos
del alma resbalando por su carne
que aún ama y que aún sueña y que aún canta,
sin morir todavía.
Antonio Colinas. Tiempo y abismo (2002)